Una cancha a puertas cerradas pero con muchísima gente entre allegados, prensa y más allegados. Una presencia masiva de próximos al Deportivo Morón que se instalaron en la popular lateral y hasta se sacaban fotos mofándose de la situación. Todo mientras los socios, a los que se los había ilusionado hasta último momento con la posibilidad de asistir, lo escuchaban por radio o esperaban una imagen por internet.
Un equipo que no transmite y, sobre todo, no juega. Mal armado por los encargados del fútbol a principio de año y con dos incorporaciones que provocaran muchos "¿quién?" en los simpatizantes. Un técnico que se encontró con un plantel donde los problemas sobrepasan a las soluciones. Hoy, la solución fue una jugada individual de los hermanos Díaz y nada más. En medio de esto, aparecen los problemas como son las presencias de jugadores como Victor Meza y la infantil expulsión de un experimentado como Walter Díaz. Sólo Ivan Centurión y Rossi se destacaron sobre el resto en un partido apático. ¿No hay chances para que otros futbolistas aparezcan? Y si no hay, ¿por qué no se va probando a los de inferiores dándoles confianza? Cosas inexplicables.
Sin gente, sin explicaciones y sin medidas para mejorar. La pasividad y la costumbre a las malas noticias es lo peor que le puede pasar a este club en una de sus más duras actualidades en muchísimo tiempo. Lejos de objetivos, con miles de obstáculos y sin cambios sustanciales. Desconcertante y sin responsables porque siempre la culpa es del otro. Las peores pesadillas asoman.
Almirante Brown perdió el clásico pero hace rato viene perdiendo.
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